1917
year of utmost importance during the Mexican Revolution. My grandfather,
second from the left, plays chess with his brother, taking a break from
fighting with the zapatistas and his militancy with Alvaro Obregon.
This scene may very well could have been set up by Stravinski for a
Chekhovian drama, and here the Prieto family poses with the attitude
of the middle class the comfortably acclimates politically in the midst
of the revolution that fiercely resounds elsewhere.
With the aid of technology, I insert myself in the middle of this imprint
of the past, towards the right and behind my retranslate, resting my
arm, with an attitude of formal intimacy, in his chair. My face is directed
towards the strange luminosity that bathes the scene, making a performance
of genealogical mimetism. This imaginary encounter with my retranslate,
bearer of my name (Antonio Prieto Trillo), and the rest of this ancestral
phantasmagoric family produces in me mixed feelings. Who is really a
ghost and who is really living? Spectral and mimical game, time machine
that allows me to dialog with my ancestors before violence and exile
marked their lives forever. I am son of immigration, of exile, of violence,
but I am also son of dignity and the resistance of these people whom
I live with in this imprint of re-invented memory.
1917, año
coyuntural de la Revolución Mexicana. Mi abuelo, segundo de izquierda
a derecha, juega ajedrez con su hermano, tomando una pausa entre su
lucha con los zapatists y su militancia con Alvaro Obregón. Esta
puesta en escena pareciera montada por Stanislavski para un drama Chekhoviano,
y aquí la familia Prieto posa en actitud de clase media que se
acomoda políticamente en medio del torbellino de la Revolución
que ruge aún más allá de la cuarta pared.
Por arte de la tecnología, me inserto al centro de esta huella
del pasado hacia la derecha y detrás de mi bisabuelo, reposando
mi brazo en actitud de formal intimidad sobre el respaldo de su silla.
Mi rostro dirigido hacia la extraña luminosidad que baña
la escena, realizo un performance de mimetismogenealógico. El
encuentro imaginario con mi bisabuelo-tocayo (de nombre Antonio Prieto
Trillo) y el resto de mis parientes fantasmales me produce sentimientos
encontrados. ¿Quién es aquí el fantasma y quién
el vivo? Juego espectral y mimético, máquina del tiempo
que me permite dialogar con el pasado de mis antepasados antes de que
la violencia y el exilio marcaran para siempre sus vidas. Soy hijo de
la migración, el exilio y la violencia, pero también hijo
de la dignidad y la resistencia de mis ancestros con quienes convivo
en esta huella de memoria reinventada.
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